Jugar y sentir

Siempre digo que las Dominantes somos todas distintas, que no insistáis en tratarnos a todas por un mismo patrón y que os molestéis en conocer a cada una, porque las diferencias son notables.

Y exactamente lo mismo ocurre con los sumisos. No hay dos iguales, por más que existan características y necesidades similares. Existe la creencia (sobre todo entre las Dóminas que empiezan) de que podemos tratarlos a todos igual, que ya ellos se rendirán y aceptarán todo lo que a nosotras nos dé la gana.

Sólo lo aceptarán una vez la relación se haya consolidado, se haya recorrido un trayecto en el que nos hemos tomado nuestro tiempo para entrar en su cabecita, en adiestrarlo, en preocuparnos de conocer su mente y estudiar sus reacciones, sus fantasías, sus anhelos...

Leyendo y observando por ahí podría parecer que intercambiando un par de correos o conversaciones privadas, ciñéndole nuestro collar y llamándole perro ya está todo hecho. Y no es por menospreciar a nadie, pero... ¿en serio creerán que algo así funcionará más allá de un par de eyaculaciones del collarizado?

Para mi es algo mucho más serio. Si deseo que una relación funcione, tengo que poner mi esfuerzo en ella, mi tiempo, mi energía. Es necesario saber hasta dónde puedo llevarlo, cuándo y de qué manera puedo forzar un límite, cuándo puedo presionar para que se implique y se esfuerce más, cómo aplicar un castigo físico o psicológico...

Las únicas varitas mágicas que funcionan son las de Hitachi ;)