viernes, 26 de julio de 2013

La doma, un proceso paulatino

En FemDom hay muchas formas de reforzar o motivar la conducta sumisa del esclavo. Este blog alienta a los sumisos, aunque también a las Mujeres Dominantes.

Algunos se calientan en soledad, otros dejan constancia de su existencia soñando con encuentros abrasadores y aparentemente inalcanzables.

La mayoría de los que se atreven a presentarse piensan en lo que desean, sin preocuparse de a quién se dirigen. Esporádicamente, alguno que se ha molestado en leerme y conocerme antes de solicitar mi atención o que suplica jugar conmigo con la disposición de entregarse, consigue despertar mis instintos.

Someto a prueba al sumiso y esto logra motivarlo para que demuestre su autenticidad, sinceridad y disposición. Cuando decido acogerlo, lo escucho para conocerlo, lo tengo en cuenta de forma diferente que a los demás según sus expectativas y, por supuesto, mis intenciones y apetencias. Pretendo transformar su soñada dependencia en una esclavitud real y exclusiva.

La doma exige combinar instrucciones con refuerzos, rutinas de comportamientos con premios por la buena ejecución (y castigos o correctivos dependiendo de mi valoración de sus errores), humillación con adoración, avivar las brasas de su pasión con provocaciones y pruebas, dar con recibir, servir con satisfacer y un largo etcétera.

Sabéis que poseo una cuadra, que para mi es la forma de colmar mi satisfacción y, a la vez, vuestras necesidades. Todos los que están a mis pies son especiales y diferentes y con cada uno establezco una relación individualizada, pues cada esclavo es distinto a los demás y su proceso de adiestramiento tiene características propias.

Soy de la opinión de que la doma nunca termina pues, aunque a veces me permito relajar la intensidad de mis exigencias, otras veces deseo ser atendida de un modo impecable y sin fallos.

Creo que no todo debe ser cuadriculado o se pierde espontaneidad, naturalidad y el poder disfrutar de todo ello que, en definitiva, es el fin de la doma.

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