martes, 11 de noviembre de 2014

Una silla

Una simple silla. De madera. Con sus cuatro patas, su respaldo y su cómodo asiento de brocado y terciopelo.

Una pieza de mobiliario que podemos encontrar en cualquier casa para descansar, comer, leer...

Y sin embargo esa silla hoy tiene un valor especial.

Alguien sufre haciendo equilibrios sobre ella, de rodillas. Cuerdas, restricciones de cuero, privación sensorial, tortura genital, inmovilizaciones en general. Confinado al aislamiento sobre una simple silla.

Un hilo de baba cae bajo la mordaza. Un jadeo, un gemido, una súplica velada.

El repiqueteo de mis tacones se aproxima y al roce de mis uñas veo su piel erizada. Sonrío. Me alejo. Observo de vez en cuando mientras tecleo.

Esto no es un relato, es una escena real en tiempo real. Lo que hay sobre la silla me pertenece y su sacrificio me apasiona.

1 comentario:

  1. me imagino haciendo de silla para usted y se me pone la piel de gallina, lo he tenido que leer en dos veces, ya que la primera vez se me ha desenfocado la vista de solo pensarlo, por un momento me he imaginado allí con mi uniforme puesto, oyendo como se aleja el sonido de sus tacones.

    A sus pies, Susi

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