No es que consienta en sus preferencias porque, aunque las puedo tener en cuenta, yo decido en cada momento lo que deseo de cada uno.
Están los que feminizo en determinados momentos, pero a otros no deseo verlos de ese modo; unos aguantan una sesión extrema y otros tienen un nivel muy bajo de tolerancia al dolor (que es educable, pero requiere tiempo).
Lo deseable es que tanto ellos como yo disfrutemos de la relación y, aunque ellos se adaptan a mis caprichos para complacerme, sé hasta dónde puede llegar cada uno, aún forzando límites.
Y son muy diferentes unos de otros, no sólo físicamente, sino en sus personalidades y en el tipo de relación D/s que tienen conmigo. Siempre hay cosas que corregir (un adiestramiento nunca termina), pero hasta el momento estoy contenta con mis propiedades. ¡Ojo! no nos durmamos en los laureles, que ya se sabe que no hay nadie imprescindible ;)
Efectivamente Señora. Es una gran virtud, dar a cada esclavo/sumiso lo adecuado, siempre a criterio del Ama, cada perro tiene sus cuidados, no porque los requiera, sino porque la Ama, cuida de sus propiedades, para que dichas propiedades cumplan con su obligación el servicio a su Ama, igual que se cuida una mascota, porque.... al fin y al cabo para eso estamos, para servir.
ResponderEliminarhola es normal no todos los sumisos tenemos los mismos gustos y adoramos igual a la domina
ResponderEliminarcon su permiso me inclino y beso su mano Dama
Suscribo, totalmente la intervención de Alberto Tejedor.
ResponderEliminarAñadir solamente un apunte, para mi CruelDama tiene un matiz evolutivo.
Me explico la relación DomFem progresa aparentemente de forma natural, Su savoir faire hace que cada vez el esclavo se entregue mas profundamente al Ama, sea mas devoto de su Diosa, se esfuerce mas por aprender de su Maestra y mas placer sienta por satisfacerla.
La relación DomFem con CruelDama sobrevive, si el esclavo no se duerme en los laureles, pues Su personalidad inteligente sabe adaptarse de forma natural a cada una de sus propiedades.
Un sumí que procura no dormirse en los laureles