lunes, 3 de diciembre de 2012

Sado psicológico y humillación


Para mi "humillación verbal" no significa llamarle a mis esclavos putita, zorra o algo similar. Esas son palabras habituales que puedo utilizar en cualquier momento, pero eso no sólo no los humilla, sino que les gusta.

Entonces, ¿dónde está la humillación si el resultado es que el perro se excita?

Humillación es algo que duele, no que agrada. Y el sado psicológico puede herir más que los latigazos.

Las palabras pueden someter, herir y tener un gran poder como disciplina. Humillar es avergonzar. Hay momentos puntuales en que utilizo términos despectivos y con un tono de voz que enfatiza esas palabras, con una total ausencia de cortesía o amabilidad. Eso sí es humillación, porque el efecto que se consigue es captar la total atención del perro, intranquilizándolo, expectante para ver qué viene a continuación. Y ese es sólo el principio.

Y si ya llevo esa humillación al terreno público, se potencian los resultados de un modo increíble.

Se trata de jugar con su ego, ir midiendo su capacidad de encajar esa tortura y disfrutarla. Porque... ¿qué es sadismo? Disfrutar con el dolor de la persona a la que se posee.

Y no siempre necesito usar un lenguage soez para humillar psicológicamente; a veces consigo más con palabras sutiles que envenenan exactamente igual.

Una mirada que demuestre desprecio o por ejemplo, que parezca que el esclavo no existe, ignorándolo, puede implicar mucha más humillación que las palabras.

¿A alguien le apetece un ataque de ansiedad? (Es broma)... (¿o no?) :D

2 comentarios: