domingo, 11 de noviembre de 2012

Castigo


A veces hay que hacer gala de una gran sutileza a la hora de imponer un castigo.

Al masoquista emocional es difícil herirlo en su orgullo porque es precisamente lo que busca. Pero el esclavo ha de entender que le doy lo que quiero darle, no lo él que trata de conseguir con sus manipulaciones.

En ocasiones el simple hecho de ignorarlo durante unos días o unas horas consigue más que cualquier tipo de humillación pública que, por otro lado, puede no constituir un castigo para él.

Un castigo es algo que al esclavo no le gusta, no algo de lo que pueda disfrutar. Es consecuencia de fallos o errores y ha de servir para que recuerde que su  Ama merece y exige un servicio impecable; es decir, una herramienta para educar y adiestrar.

Pero también está el caso del que, aún disfrutando de la humillación, siente pavor ante una posible revelación de sus más sucios secretos, por ejemplo.

Yo soy partidaria del castigo psicológico, es el que más duele, pero no tengo reparos en combinarlo con el físico e incluso con el material cuando es preciso.

¿Y qué puedo decir de la excitación de castigar sin un motivo concreto, porque me apetece y porque me da la gana?

Una relación FemDom se basa en la desigualdad entre las partes, donde Yo hago las reglas y las manipulo para mi provecho y placer sin tener que dar explicaciones o rendir cuentas de nada, mientras que el esclavo obedece sin cuestionamientos y hace todo lo necesario por asegurar que mi vida sea fácil y placentera.

El esclavo está para complacer mis caprichos y... ¿quién ha dicho que esto fuera fácil? :)

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