viernes, 5 de diciembre de 2014

Comienzos

Cuando decido poner a prueba a un nuevo sumiso, hay toda una serie de etapas a superar.

Es el momento de contestar preguntas sin tapujos, de hacerlas, de tener largas conversaciones y, si todo va bien, de empezar a probar algunas disciplinas, pues sus reacciones me dirán mucho más que sus palabras.

Pero, aunque lo tenga presente, no voy a vivir pendiente de él, ya que es él quien ha de mostrar su deseo de agradarme y de llegar a ser mío. Del mismo modo que no dejaré de ser yo misma en ningún momento ni cederé ante posibles intentos de manipulación, lo cual no quiere decir que no permita iniciativas o propuestas, sino que seré yo quien tenga la última palabra sobre cualquier cuestión que se presente.

No ofrezco una Dominación a la carta, aunque pueda jugar con sus preferencias y utilizarlas a mi conveniencia, sin embargo ha de tener muy claro quién lidera esa relación.

Puede suceder que sus límites (tanto los que conoce como los que desconoce, que también los hay aunque el sumiso no sea consciente de ellos) me impidan hacer mi voluntad, o incluso que él desee experimentar cosas que a mi no me atraigan y, en ese caso, la relación no tendrá mucho futuro.

Hay muchas variables a contemplar, aunque sólo cito algunas, pero nadie dijo que esto fuera fácil y la experiencia me ha enseñado que no hay nada eterno, pero eso no me impide disfrutar de lo que tengo mientras lo tengo.

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