Lástima que no se tenga en cuenta que también yo sé manejar el lenguaje a mi conveniencia y detecto los intentos de manipulación hasta engalanados con varios folios de zalamerías.
Ahora bien, si un intento de manipulación coincide con algo que yo deseo (siempre que hablemos de hechos y no de pura palabrería), tal vez te permita creer que lo has conseguido, pero no descartes que en un futuro saque a relucir tu descaro y acabes pagando por ello.
Dame tu esfuerzo diario, demuéstrame la aceptación de mis decisiones, acata mis deseos y entonces sí que podrás hablar del orgullo de tu entrega.
Acepto y asumo mis responsabilidades, pero de mi no escucharás palabras almibaradas acerca de lo mucho que te voy a cuidar. Ese es tu trabajo, ya que eres tu quien ha de complacerme, mimarme, cuidarme y estar a mi disposición.
Premiaré tu lealtad y tu esfuerzo, pero también te haré sufrir porque eso me divierte.
No voy a adornar mis palabras para que caigas en mis redes, eres tu quien arde en deseos de caer en ellas y, si lo haces, será por decisión propia, porque realmente deseas hacerlo y eres consciente de ello.
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